lunes, 28 de noviembre de 2011

Ejercicio 03: Juguemos a hacer varios finales.

Hace unos días puse este microrelato en una página de facebook.


Los fines de semana, a mi hijo le gustaba despertarme con una almohadazo para luego me llevarme a rastras a la cocina a que le prepare el desayuno. Los años han pasado, ya puede atenderse él solo, pero la costumbre de acecharme por las mañanas continua; ya no con una almohada sino con, por ejemplo, un atomizador de agua, un plumero, una pelota de fútbol, un megáfono. Hace un instante lo he sorprendido sosteniendo una estaca sobre mi pecho. "Esto no es real", ha dicho, "vuelve a dormir".


En "No falle en el último momento", (está en "Técnicas de cuento", volumen 1, recopilado por Willard Diaz) F.A. Rockwell da una relación de tipos de finales.

FINAL RESUMEN: "... el protagonista resuelve el problema en un párrafo claro y preciso, plano -como en la mayorìa de los cuentos clásicos."


Los fines de semana, a mi hijo le gustaba despertarme con una almohadazo para luego me llevarme a rastras a la cocina a que le prepare el desayuno. Los años pasaron, ya podía atenderse él solo, pero la costumbre de acecharme por las mañanas continuó; ya no con una almohada sino con, por ejemplo, un atomizador de agua, un plumero, una pelota de fútbol, un megáfono, una estaca de madera temblando sobre mi pecho. Aunque él ya nunca más ha hecho esa gracia, yo aún no he conseguido dejar de titubear cuando lo llamo "hijo".


FINAL IDEOLÓGICO: "...el autor plantea un problema, lo desarrolla dramáticamente, pero deja la solución al lector." "Uno puede ser astuto, truquero o mistificador inteligente, o puede darle al lector la oportunidad de escoger entre hechos y fantasía..."


Los fines de semana, a mi hijo le gustaba despertarme con una almohadazo para luego me llevarme a rastras a la cocina a que le prepare el desayuno. Los años pasaron, ya podía atenderse él solo, pero la costumbre de acecharme por las mañanas continuó; ya no con una almohada sino con, por ejemplo, un atomizador de agua, un plumero, una pelota de fútbol, un megáfono. Hace un momento lo sorprendí sosteniendo una estaca sobre mi pecho. "Esto es un sueño", dijo, "cierra los ojos". He obedecido. Si hubiera que elegir entre la estaca de un hijo real o uno soñado, eso es lo que habría elegido o soñado.


ANTICLÍMAX: "Es una ayuda que añade algún giro emocional, o incidentes adicionales. Aunque el relato pudo haber terminado antes, el final anticlimático lo perfecciona."


Cuando era pequeño, a mi hijo le gustaba despertarme los fines de semana con un almohadazo para luego me llevarme a rastras a la cocina a que le prepare el desayuno. Pasaron los años, ya podía atenderse él solo, pero la costumbre de acecharme por las mañanas continuó; ya no con una almohada sino con, por ejemplo, un atomizador de agua, un plumero, una pelota de fútbol, un megáfono, una estaca de madera temblando sobre mi pecho detrás de la que vi sus ojos desorbitados y sanguinolentos. Ahora ya casi es un hombre y ha decidido estudiar la misma carrera que yo; en la universidad sus compañeros lo aprecian y cualquier día de estos traerá a su enamorada para presentármela.


REVERSION: "...presenta la antítesis exacta de lo que sucede al comienzo. Si el chico y la chica empezaron en desacuerdo y peleando, volverán a amarse..." "Su principal riesgo es la obviedad. El suspenso debe lograrse sobre el cómo y porqué cambia el protagonista."


Cuando era pequeño, a mi hijo le gustaba despertarme los fines de semana con un almohadazo para luego me llevarme a rastras a la cocina a que le prepare panqueques con miel. Han pasado varios años y la costumbre de las mañanas se ha expandido y mejorado. Si, por ejemplo, él usa un plumero, al día siguiente yo lo despierto con un atomizador de agua; si él me tira una pelota de fútbol, yo lo saco de la cama con un megáfono. Esta mañana, hace unos minutos, lo he sorprendido sentado sobre mi pecho con una estaca entre sus manos. A partir de hoy se hará los panqueques él solo.


FINAL DE PROYECCIÓN: "La línea de acción ha enredado y desenredado el interés de la trama, la pregunta central ha sido respondida. Pero somos levados a sentir la promesa mágica de un nuevo comienzo"


He hablado seriamente con mi hijo. Jugar los fines de semana a despertarme con un almohadazo para que le haga el desayuno, fue divertido cuando era bebé que apenas podía caminar; sorprenderme con un atomizador o un plumero, tuvo su gracia; pero ni él sigue siendo un niñito, ni yo soy uno de los mocosos de su pandilla para que me tire una pelota de fútbol o me saque de la cama con el megáfono. Todo tiene un límite, yo sé bien que eso es lo que él está buscando. Que me bajara los ojos o me iba empezar a conocer; y ese puchero de nenita, que se lo borre de la cara de una vez porque en esta casa sólo hay hombres.

Ha funcionado. Seguro que mañana en la mañana se sirve el desayuno él solo, pero de todas maneras esta noche voy a cerrar mi puerta con llave; lo vi sacándole punta a un palo de escoba.


TRETA: "El final con treta utiliza un objeto, una palabra, una idea o cualquier recurso específico como un artilugio." "Casi toda información puede ser usada para ese fin si afecta realmente a la intriga y a los personajes, y es parte esencial de la historia, no está sólo pegada al final. En pocas palabras, el cuento no la puede pasar sin él."

Acá sí me agarraron. ¿No es esa la definición de todos los finales?

lunes, 7 de noviembre de 2011

Terror

Stephen King en "Danza Macabra":

3

Nos sentamos en nuestros asientos, como muñecos, contemplando al gerente del cine. Se veía nervioso y cetrino —o tal vez eran sólo los focos—. Nos sentamos preguntándonos que clase de catástrofe podría haberlo motivado a detener la película justo cuando restaba alcanzando la apoteosis de cada matinée de sábado, "la parte buena"; el modo en que tembló su voz cuando habló no inspiró a nadie una sensación de que todo iba bien.

"Quiero decirles," dijo con esa voz temblorosa, "que los Rusos han puesto en órbita un satélite espacial alrededor de la tierra. Lo han llamado... Sputnik."

Esa muestra de información fue recibida por un silencio sepulcral, absoluto. Simplemente nos quedamos ahí, una audiencia de chicos de los 50, chicos con cortes de pelo al rape, cortes de blancos, colas de caballo, colas de pato, miriñaques, chinos, jeans con dobladillos, anillos del Capitán Medianoche, chicos que acabábamos de descubrir a Chuck Berry y Little Richard en una radio de rhythm & blues negro de New York, que a veces se sintonizaba de noche, oscilando una y otra vez, en un plano distante, una radio en donde hablaban con unapoderosa jerga. Éramos chicos que crecimos con el Capitán Video y Terry y los Piratas. Éramos los chicos quehabíamos visto infinidad de veces a Combat Casey sacarle los dientes a North Korean en los cómics. Éramos los chicos que vimos a Richard Carlson atrapar miles de sucios comunistas espías en I Led Three Lives. Éramos los chicos que juntábamos cuartos de dólar para ver a Hugh Marlowe in La Tierra contra los Platillos volantes y nos daban esa clase de sorprendente información como si fuera una noticia desagradable.

Recuerdo esto muy claramente: cortando aquel espantoso silencio de muerte, llegó una voz aguda, no sé si era un chico o una chica, una voz que estaba cerca de las lágrimas, pero que también estaba llena de una furia espantosa: "¡Oh, vamos, pon la película, mentiroso!"

El gerente no miró en ningún momento en dirección al lugar de donde venía esa voz, y eso fue de algún modo, lo peor de todo. De alguna manera eso lo probaba. Los rusos nos habían vencido en el espacio.

En algún lugar, por encima de nuestras cabezas, pitando triunfalmente, había una bola electrónica que había sido construida detrás de la Cortina de Hierro. Ningún Capitán Medianoche ni Richard Carlson (quien también protagonizaba Jinetes a las estrellas; y oh muchacho, cuánta amarga ironía hay en eso) había conseguido detenerlo. Estaba allí arriba, y ellos lo llamaron Sputnik. El gerente permaneció allí por un largo rato, mirándonos como si esperara tener algo más que decir, pero no se le ocurría nada. Entonces se fue y muy pronto, la película continuó.

4

Entonces, aquí está la cuestión. Ustedes recuerdan dónde estaban cuando el Presidente Kennedy fue asesinado. Recuerdan dónde estaban cuando escucharon que RFK cayó en una cocina de cierto hotel como resultado de los actos de otro loco. Tal vez recuerden incluso dónde estaban durante la crisis de misiles cubana.

¿Recuerdan dónde estaban cuando los Rusos lanzaron el Sputnik I?

Terror —lo que Hunter Thompson llama "miedo y odio"— a veces surge de una penetrante sensación de inestabilidad... de que hay cosas que están fuera de su sitio. Si ese sentido de desubicación es repentino, y parece personal, si te golpea cerca del corazón, entonces queda en tu memoria como un todo.