martes, 26 de abril de 2011

Énfasis



Este es un problema que se sufre a diario. Hace años le expliqué a alguien que la forma de arreglar rápidamente los datos dentro de su proyección de ventas es identificar a quién se le van a enviar: si se trata de Logìstica, el detalle debe estár en unidades de venta y por centro de distribución; si es para finanzas, puede ser sólo en dólares. "Dependiendo de quién va a ver la información, nosotros ponemos el parche." Para qué dije eso. Lo único que escuchó fue la palabra "parche". "Esto no es un parche, es nuestro presupuesto anual de ventas, hecho con seriedad por mis vendedores". No es que esta persona fuera irracional, es que lo normal es hacer estas asociaciones. Para darse cuenta sólo hay que ver las fotos de los candidatos en campaña.



Bien lo dijo Hitler en Mi lucha, capítulo doce:
"El rojo fue el color elegido; era el más provocador y el que naturalmente más debía indignar e irritar a nuestros detractores, haciéndonos ante ellos inconfundibles por otra razón."

¡¡¡OH, NO, LUCHÍN ESTÁ COMPARANDO A HUMALA CON HITLER!!!!

¿Ven lo que digo?

Y Jesucristo comparaba a los ricos con los camellos. Comparable no significa equivalente, análogo no significa igual.

Pero mientras no pueda accederse a Amazon desde Vulcano o yo aún no haya alcanzado la credibilidad de J.C., habrá que tomar en cuenta este problema. Pásenme mi polo blanco, por favor.

lunes, 11 de abril de 2011

Abajo la autoayuda

Ted Talks por lo general es interesante. Pero la autoayuda pasa en las mejores familias:

Caroline Casey: Looking past limits


La señorita se da cuenta a los diecisiete que es legalmente ciega. No puede ver más allá de dos metros, pero se da cuenta a los diecisiete. ¿Cómo así? Por que sus padres se encargaron de ocultárselo. ¿Se imaginan cuantas mentiras y engreimientos tienen que haberle hecho? ¿Cuántas veces han tenido que conspirar con todos sus conocidos o familiares para crear alrededor de ella una burbuja en la que una verdad fundamental sobre ella es pasada por alto? Esta nena ha sido mimada de una manera que de tan sólo pensarlo ya dan náuseas, pero no, la lección que debemos aprender es que no hay que ponerse límites. ¿Por qué la lección no es que hechar a perder a un niño, convertirlo en un niño mimado, lo hace creer que tiene derecho a todo y lo hará exigir constemente todo de todos? De hecho, conocí a un tipo así. Empezó de bien abajo, terminó bien arriba. El chiste le duró diez años; según Maquiavelo, es lo mismo que hacía Julio II: ¡adelante, adelante, adelante! Funciona mientras no se te ponga alguien adelante.

¿Ya sabrá que Papá Noel no existe? Me encantaría ver el biopic de esta señora en manos de los hermanos Farrely.

jueves, 7 de abril de 2011

Mi problema con las descripciones (VI)

Borges en El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké:

Dos bandas atacaron el palacio de Kira Kotsuké no Suké. El consejero comandó la primera, que atacó la puerta del frente; la segunda, su hijo mayor, que estaba por cumplir dieciséis años y que murió esa noche. La historia sabe los diversos momentos de esa pesadilla tan lúcida: el descenso arriesgado y pendular por las escaleras de cuerda, el tambor del ataque, la precipitación de los defensores, los arqueros apostados en la azotea, el directo destino de las flechas hacia los órganos vitales del hombre, las porcelanas infamadas de sangre, la muerte ardiente que después es glacial, los impudores y desórdenes de la muerte. Nueve capitanes murieron; los defensores no eran menos valientes y no se quisieron rendir. Poco después de media noche toda resistencia cesó.

Me encanta, evita algo que visto muchas veces: pérdida de velocidad en la descripción de escenas de acción.

Ahora en cámara lenta.

Planteo de la situación: Dos bandas atacaron el palacio de Kira Kotsuké no Suké. El consejero comandó la primera, que atacó la puerta del frente; la segunda, su hijo mayor, que estaba por cumplir dieciséis años y que murió esa noche. No pasar por alto que agrega un rasgo al carácter de los samurais: el hijo del capitán murió y eso no detuvo a éste en lo que ocurrió después.

La historia sabe los diversos momentos de esa pesadilla tan lúcida:

¿Para qué nos dice esto en vez de describir el ataque?

el descenso arriesgado y pendular por las escaleras de cuerda, el tambor del ataque, la precipitación de los defensores, los arqueros apostados en la azotea, el directo destino de las flechas hacia los órganos vitales del hombre, las porcelanas infamadas de sangre, la muerte ardiente que después es glacial, los impudores y desórdenes de la muerte.

(Creo que una flecha impactó en el asiento a mi lado). Nos dijo el párrafo anterior (bueno, así es como yo lo entiendo) para que no reclamemos por la mención de los hechos. No nos dice qué está pasando (¿cómo podría, si no ha descrito a nadie más que al capitán?) sino que menciona imágenes de lo que sería una secuencia de acción. “Para qué se los cuento si esto ha sido descrito un montón de veces; ustedes van a encontrar las imágenes en su cabeza sin mucho esfuerzo”, parece decirnos Borges.

Epílogo de la escena: Nueve capitanes murieron; los defensores no eran menos valientes y no se quisieron rendir. Poco después de media noche toda resistencia cesó. “..toda resistencia cesó” Con tres palabras se acaban de destripar un número indeterminado de samuráis enemigos.

Algo que siempre me ha sorprendido de Borges: Ché, Georgie, decime: ¿Cómo hacés para saltar de una escena a otra? Respuesta: Pues saltando, no más. Si hay suficiente fuerza en la línea anterior, nadie te va a preguntar por qué caíste donde caíste, sólo van a tratar de entender qué está pasando.

Pues a ver cómo sale.

miércoles, 6 de abril de 2011

Sobre por qué hay que saquearlo todo (II)

Marco Denevi, entrevistado por Mempo Giardinelli en "Así se escribe un cuento":

M.D. -(...) No sabía que iba a ser escritor.

M.G. -¿Y cómo lo supo; y cuándo?

M.D. – Se me ocurrió un día, de casualidad. Yo leía a Borges, lo admiraba mucho, y una vez leyendo una frasecita de él que dice que con Bioy Casares discutían si era posible escribir una historia atroz, empecé a imaginarla yo. Y tenía en mente la idea de Canegato y Rosaura, pero apenas una idea para un cuento. Y en esos días leí en el diario “Noticias Gráficas” que había un concurso de novelas con 30.000 pesos de premio. Era el año 54 y usted en ese entonces con ese dinero se iba a Europa y se quedaba allá tirando manteca al techo. Entonces me dije que esa idea de Canegato y Rosaura podía ser una novela.

M.G.- ¿Tan sencillo fue, Denevi?

M.D.-Sí. Yo acababa de leer “La piedra lunar” de Wilkie Collins y le copié la técnica. La verdad es que se la copié completamente: todas esas versiones sucesivas que terminen con una revelación final (...)

sábado, 2 de abril de 2011

Mi problema con las descripciones (V)

Primeros dos párrafos y una línea de Historia de Mayta, de ya saben quién:

Correr en las mañanas por el Malecón de Barranco, cuando la humedad de la noche todavía impregna el aire y tiene a las veredas resbaladizas y brillosas, es una buena manera de comenzar el día. El cielo está gris, aun en el veranos, pues el sol jamás aparece sobre el barrio antes de las diez, y la neblina imprecisa la frontera de las cosas, el perfil de las gaviotas, el alcatraz que cruza volando la quebradiza línea del acantilado. El mar se ve plomizo, verde oscuro, humeante, encabritado, con manchas de espuma y olas que avanzan guardando la misma distancia hacia la playa. A veces, una barquilla de pescadores zangolotea entre los tumbos; a veces, un golpe de viento aparta las nubes y asoman a lo lejos La Punta y las islas terrosas de San Lorenzo y el Frontón. Es un paisaje bello, a condición de centrar la mirada en los elementos y en los pájaros. Porque lo que ha hecho el hombre, en cambio, es feo.

Son feas estas casas, imitaciones de imitaciones, a las que el miedo asfixia de rejas, muros, sirenas y reflectores. Las antenas de televisón forman un bosque espectral. Son feas estas basuras que se acumulan detrás del bordillo del Malecón y se desparraman porel acantilado. ¿Qué ha hecho que en este lugar de la ciudad, el de mejor vista, surjan muladares? La desidia. ¿Por qué no prohíben sus dueños que sus sirvientes arrojen las inmundicias practimanente bajo sus narices? Por que saben que entonces las arrojarían los sirvientes de sus vecinos, o los jardineros del Parque de Barranco, y hasta los hombres del camión de basura, a quienes veo, mientras corro, vaciando en las laderas del acantilado los cubos de desperdicios que deberían llevarse al relleno municipal. Por eso se han resignado a los gallinazos, las cucarachas, los ratones y la hediondez de estos basurales que he visto nacer, crecer, mientras corría en las mañanas, visión puntual de perros vagos escarbando los muladares entre nubes de moscas. Tambièn me he acostumbrado, estos últimos años, a ver, junto a los canes vagabundos, a niños vagabundos, viejos vagabundos, mujeres vagabundas, todos revolviendo afanosamente los desperdicios en busca de algo que comer, que vender o que ponerse. El espectáculo de la miseria, antaño exlusivo de las barriadas, luego también del centro, es ahora el de toda la ciudad, incluidos estos distritos -Miraflores, Barranco, San Isidro- residenciales y privilegiados. Si uno vive en Lima tiene que habituarse a la miseria y a la mugre o volverse loco o suicidarse.


Pero estoy seguro que Mayta nunca se habituó.

Así es como me gustan las descripciones. Lo que necesites describir y lo que necesites contar, todo al mismo tiempo. Bueno, no exactamente "lo que necesites"; no se trata de un artificio para liquidar el problema de la ubicación de los personajes. Es muy útil, pero no se trata de eso, sino de que a través del artificio la trama toma forma, los personajes son mostrados, etc. Esos muladares son la punta del iceberg en la trama, su descripción nos plantea el tema de la novela. Eso fue lo que intenté en el cuento que está en el primer post de este blog.

Las mentes brillantes piensan igual: Cortázar coincide conmigo en una carta enviada a Mario en 1965:

Precisamente lo estupendo del libro (...) es que la descripción de la naturaleza, que es fundamental en la novela, está de tal manera fusionada con la acción, que jamás se da uno cuenta de que tú le estás mostrando al lector cómo es un claro del bosque, una curva del río, una calle de la ciudad. Hay una sola atmósfera en que todo ocurre simultáneamente, escenarios y acciones, y eso es de lo más difícil y te lo digo por amarga experiencia personal. El clima general del libro (sequedad y arena y viento, o calor húmedo y alimañas y pantanos) surge con una fuerza tremenda, y alguna vez que me he detenido a analizar un par de páginas para ver cuál era la acumulación de detalles que provocaba esa fuerza, he visto lo que te digo más arriba, es decir, que te basta contar a tu manera para que todo se dé en una misma instancia narrativa, sin esa separación escolar entre “descripción” y “acción” que es propia del novelista común.
No es la primera vez que me sucede esto. Hace poco vi "La vida de Brian"; resulta que los Monty Python ya me plagiaban en 1979.