sábado, 12 de febrero de 2011

El peligro de no cobrar por tu trabajo (I)


Orson Welles on performers working an audience (1979)

Lo he dicho varias veces en distintos blogs: la gente interesada en literatura (no los que leen literatura como quien va al gimnasio o para poder decir que son "cultos") es muy poca. Se puede llegar a ellos por correo electrónico, pidiendo a los conocidos que si les gusta lo que leen, que se lo pasen a alguien más. El peligro: que no te tomen en serio. Lo que cuenta Orson Welles en el video es que la actitud de alguien que paga por algo es muy diferente al que lo recibe gratis o el que recibe algo a cambio (Welles dice que as audiencias televisivas son, en realidad, parte del "cast"; lo que reciben en compensación es ser el ruido de fondo del programa).

Así que, cómo hacer para que quien reciba un correo electrónico (y no sea alguno de esos edificantes powerpoints que dan asco) lo lean y lo pasen?

martes, 8 de febrero de 2011

En compañía de Bartleby

Vila Matas en "Bartleby y compañía", pie de página 24:

«Así me va el domingo apacible —escribe Kafka—, así me va el domingo lluvioso. Estoy sentado en el dormitorio y dispongo de silencio, pero en lugar de decidirme a escribir, actividad en la que anteayer, por ejemplo, hubiese querido volcarme con todo lo que soy, me he quedado ahora largo rato mirando fijamente mis dedos. Creo que esta semana he estado influido totalmente por Goethe, creo que acabo de agotar el vigor de dicho influjo y que por ello me he vuelto inútil.»


¿Qué hacer si no se tiene ni talento, ni energía y el poco tiempo disponible anda uno en estado catatónico?

Borges en Emma Zunz:

"Aarón Loewenthal era, para todos, un hombre serio; para sus pocos íntimos, un avaro. (...) Con íntimo bochorno se sabía menos apto para ganarlo que para conservarlo."

Un año para escribir un cuento, es demasiado; quedarse mirando el techo todo el fin de semana cuando no hay nadie que te interrumpa, un crimen. Dejar las discusiones en los foros, borrar los juegos, acostarse a las 10pm, tomar café sólo a la hora de almuerzo, leer cuentos o leer sobre cuentos, anotarlo todo, ser un avaro.

García Márquez en Para contar historias:

"Es decir, padezco de la bendita manía de contar. Y me pregunto: esa manía, ¿se puede trasmitir? ¿Las obsesiones se enseñan?"

No sé, pero las adicciones se contraen. Habrá que probar. Sólo una vez, lue
go lo dejo.

jueves, 3 de febrero de 2011

Mi problema con las descripciones (IV)

Tolsoi en ¿Qué es el arte?

El autor de la historia de José no ha juzgado necesario describirnos minuciosamente como haríamos hoy la túnica ensangrentada de José ni el vestido de Jacob o la casa en que éste vivía ni los atavíos de la mujer de Putifar. Los sentimientos expresados en la historia son tan reales que cualquier detalle parecería superfluo y debilitaría la expresión de tales sentimientos. El autor no emplea más que los datos indispensables, y nos dice, por ejemplo, que José, al encontrar a sus hermanos, se va a llorar a un cuarto contiguo. Merced a esta omisión de inútiles detalles, su relato es accesible a todos los hombres, conmueve a los hombres de todas las naciones, de todas las edades, de todas las clases, y ha llegado hasta nosotros a través de los siglos, y nos sobrevivirá millares de años.

Pues como teoría para evaluar un texto tal vez no sea válida; pero como método, creo que me voy por ese camino.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Mi problema con las descripciones (III)

En "Dichos de Luder" de Julio Ramón Ribeyro:

-Cuando a Balzac le entra la manía de la descripción -observa un amigo- puede pasarse cuarenta páginas detallando cada sofá, cada cuadro, cada cortina, cada lámpara de un salón.
-Ya lo sé -dice Lúder-. Por eso no entro al salón. Me voy por el corredor.

Exacto. La realidad ya es suficientemente aburrida como para que encima quieran meterla en la literatura.