jueves, 31 de marzo de 2011

Problemas de identidad.

Me imagino que todos ustedes, amables oyentes, recuerdan el lío que hubo hace unos meses con la actriz Sofía Vergara. La frase que dijo su personaje fue "Claro, en Colombia nos tropezamos con cabras y matamos gente en la calle. ¿Sabes lo ofensivo que es eso? ¡Cómo si fuéramos peruanos!"

Para mí fue obvio de inmediato que no se trataba de una ofensa. Todo el mundo recuerda a Borat, Archie Bunker o a Stephen Colbert. En estos cuatro casos quien dice o hace cosas ofensivas queda como un tonto. Además, esperar que todo personaje tenga un mínimo de ética y moral es, por decirlo amablemente, demasiado optimista (dicho esto en el más pesimista de los sentidos).

Bueno, pero si esto es tan obvio, ¿por qué tantas personas razonables no lo tomaron así?

No veo la serie Modern Family y sinceramente no me dieron ganas de probar mi teoría viendo un par de capítulos, pero sospecho que no es necesario (bueno, en todo caso díganme ustedes si me he equivocado, amable y multitudinaria audiencia). Mi teoría es la siguiente: los personajes de Holywood -o los de la televisión- son mas o menos estándar. Por eso vemos tantas incoherencias, porque no son personajes realmente, hacen o dicen cosas porque entretienen, no porque tenga algo que ver con ellos (como los personajes Simpsons de las últimas temporadas). Si el personaje de Sofía vergara no fuera simplemente un vertedero de guiones hechos por un comité de empleados a destajo, esa frase habría tenido contexto y no habría resultado ofensiva.

Pero, vamos, tampoco es como para tomárselo a pecho. Se notaba la intención de la broma.

CONTRAARGUMENTO: En el Gran Combo Club me entero de este lío:

21. Rafo León sale del armario de la judeofobia:

“es necesario revisar sin prejuicios comunistas ni islamofílicos las leyes raciales que creó Hitler durante el Tercer Reich, decidido a convertir a los judíos en cucarachas que debían ser exterminadas en Alemania y en el mundo para obtener una higiene libre de ellos (Judenrein).”
Caretas

Supuestamente fue una cita ilustrativa de la cual se desmarcó. Él nunca lo dijo ni lo volverá a decir. Las reacciones a este artículo vinieron desde Gustavo Gorriti aquí hasta Uri Ben Schmuel, aquí.
León en uno de sus reportajes entrevistó con mucha alegría en la selva central a un descendiente de alemán o austriaco que había escondido a un nazi en el sótano de su casa.

Recomiendo leer completo el artículo "Triángulo Amarillo, Triángulo Rosa", a mí no me cabe la menor duda de qué es lo que está tratando de hacer:
Pido disculpas a los lectores judíos por reseñar citas tan despreciables que expresan el antisemitismo vigente en diversos momentos de la historia. Espero que se entienda que estas han sido consignadas como la respuesta ficticia pero no incongruente que David Waisman habría merecido, dada la brutalidad de su agresión contra Carlos Bruce. Debemos celebrar que Bruce no haya ido más allá en la guerra sucia. Las reglas puestas por Waisman se lo habrían permitido. El triángulo de los judíos era el amarillo, rosa el de los homosexuales.
Y esto no es un parche puesto como sea, está claro desde el principio cuál es la intención de artículo.

Pero su es así, ¿por qué una persona razonable, como Gorriti, responde esto?:
Pero la desaforada respuestade León no se circunscribe a un cretino específico sino que, vestidoapenas con el precario hilo dental de unas comillas, reproduce unacompilación de lo más vil del libelo antisemita.

No es por esto:
¿Por qué reaccionamos los judíos con indignación ante un discursoantisemita, con o sin hilo dental? Por las mismas razones por lasque reaccionaría cualquier ser humano de bien, a lo que hay queañadir una experiencia propia del horror a través de los siglos.Porque la Historia nos enseñó que las palabras cargadas de odio ylos libelos urdidos con veneno, no tardan en matar.
Claro que el hate speech incentiva a otros a matar. Pero una biografía de Hitler, discursos incluídos, no ofendería a nadie. La razón es esta:
Sucede que León no reseña “citas tan despreciables” sino las reproduce (...)
Es decir, no las elabora. Las deja igualitas.

Yo diría que hay otra razón. Lo que dijo Weisman fue una frase suelta, probablemente dicha sin pensarlo mucho. La respuesta de Rafo León fue un discurso entero. Si Weisman se hubiera despachado con 530 palabras (las contó Gorriti) de discurso homofóbico, y Rafo León hubiera encajado en cada punto de ese discurso otro que correspondiese al antisemita, a nadie le habría quedado duda de que se trataba de una lista paralela que revelaba lo absurdo de la homofobia.

Pero supongo que eso nunca lo sabremos.

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